jueves, 14 de octubre de 2010

Mi cuaderno de viaje

I Love Picachos
Todo comienza con nuestra locura mía y de mi primo llamado Lalo. Llegamos a la unidad deportiva de San Miguel de Allende, era un día nublado y teníamos un cheque por 400 pesos. Miramos aquellas montañas llamadas picachos y decidimos caminar hacia ellas, eran las 12 de la tarde. Eran como tres kilómetros de caminar en terreno plano para llegar al pie de la montaña, caminábamos siguiendo caminos que a veces nos  llevaban a lugares sin salida. Nuestros tenis tenían 2 kilos de lodo cada uno, eso nos impedía correr pero no nos quitaba el aliento, llegamos a un río que cruzamos con facilidad. Después estábamos frente a ruinas de casas y cuando por fin llegamos al pie de la montaña nos dimos cuenta de que era más grande de lo que pensamos, aparte se habían acabado los caminos así que decidimos hacer uno propio. Subimos por 20 minutos y nos detuvimos a admirar el paisaje, todo era verde y había ciertas plantas que mi primo me enseñó que eran comestibles, comimos un poco, en eso como por arte de magia me hablaron al celular, era mi mamá que me preguntaba donde estaba y pues le dije que estaba en los picachos, se molestó un poco pero me dijo que llegara temprano.  Subimos un poco más y tomamos fotos sobre lo que veíamos y en eso, otra llamada, era la mamá de Lalo y pasó lo mismo que con mi mamá. Me sorprendía que a veces en mi casa hubiera muy poca señal y arriba de aquella montaña mi celular tenía hasta la g de telcel. Fue muy gracioso, seguíamos subiendo y encontramos un nopal con tunas y empezamos a comer. No llenamos de espinitas nuestras manos, estuvo crítico no apto para cardiacos. Guardamos algunas tunas en la mochila y seguimos subiendo. Llegamos a la cima del segundo picacho y San Miguel se veía como nada. Encontramos a demasiados toros y no nos paramos a confrontarlos, sólo los rodeamos. Nos dimos cuenta que ya eran las 4:30 y que estábamos muy lejos, teníamos hambre así que regresamos hacia San Miguel, nos tardamos hora y media para llegar al camino hacia la luciérnaga, se veían nubes negras en el picacho más alto. Faltaba como media hora para llegar a la plaza, en ese momento empezó a llover y yo tenía el cheque en mi mochila, entonces empezamos a correr velozmente. El agua nos mojaba el rostro y los tenis llenos de lodo. En 15 minutos ya estábamos en la luciérnaga (plaza comercial) empapados con un cheque mojado que cambiamos en Banorte. Teníamos hambre, nuestro instinto nos hizo corres hacia Mc Donald´s, compramos hamburguesas y todo acabó.
Posdata: Llegué a mi casa a las 8 PM.

3 comentarios:

  1. hola manuel
    como estas??
    pues esta interesante tu anecdota eh buena aveentura con tu primo lalo
    pero me pregunto que fueron a hacer hasta alla eee jajaja a los picachos fueron de aventureros o a comer tunas eeeeeee
    jajaja esta padre tu anecdota sale cuidate y ya no andes de travieso ee tqm

    ResponderEliminar
  2. Esta super bueno tu blog, me encantó la anectdota osea me tenias en pánico total, queria saber que pasaria jajajaj!! no neta sta muy bn :D

    ResponderEliminar
  3. Gracias, tratato de ser expresivo en lo que digo y lo mezclo con lo que siento. Si tienen alguna sugerencia díganme todo eso me sirve. Y Si les gustó la anecdota ¡¡¡¡chequen lo fría que es mi autografía!!!!

    ResponderEliminar